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El sarampión es una enfermedad infecciosa exantemática frecuente en niños.
Aunque se cree que está causada por un virus, hay que aclarar que los microbios no causan la enfermedad, sino que permiten su reparación.
Así, ellos no trabajan en contra de nosotros sino a nuestro favor, como ayudantes leales a través de millones de años de evolución.
El sarampión aparece en el niño para ayudar a restaurar los tejidos que han estado sometidos a un alto estrés y es en la fase de reparación del conflicto emocional estresante cuando el cuadro infeccioso se manifestará sobre la piel.
Los virus permiten modificar algunas informaciones del interior de las células, son reconstructores y reorganizadores y vienen a limpiar y cambiar los patrones y significados (ADN) de las células donde se reproducen.
El sarampión se trata de la fase de reparación de un conflicto de separación que afecta generalmente a niños que se enfrentan a una situación emocionalmente muy estresante de separación.
Puede tratarse de una separación de sus padres, de un lugar o de un objeto que para ellos tiene determinado valor, et.
Cuando la situación que ha generado el conflicto se resuelve aparece la enfermedad.
Por ejemplo, cuando tiene un cambio de escuela o de lugar de residencia, etc.
Normalmente las enfermedades de la infancia, como el sarampión, suelen coincidir con periodos de evolución del niño/a y pueden tratarse de un tiempo de reposo que demanda el cuerpo.
Nuestra atención, ternura y amor le servirá al niño para afrontar su camino con más fortaleza y confianza.
El sarampión en la piel nos habla de un conflicto de separación. ¿A quién o qué echamos de menos?
En la boca nos expresa: No puedo atrapar el bocado (real o simbólico).
Quiero escupir algo que me tragué (real o simbólico).
En la nariz: Algo me apesta, me huele mal. ¿Qué tramaron a mis espaldas, qué se llevan entre manos?. No puedo advertir de qué se trata.
Cuando afecta a la laringe, hemos de añadir un conflicto de sorpresa (terror, susto, etc.).
Si han sido afectados los pulmones, al conflicto de separación hemos de añadir un conflicto de disputas territoriales.
Debemos de tener en cuenta que hasta los 3 años el niño/a no genera un conflicto por sí mismo sino que hace de espejo, de pantalla, en donde se proyectan los conflictos de la madre.
Hasta los 6 o 7 años puede afectarle conflictos que viva el padre, pero que lo resienta la madre. Si el padre tiene un problema, dependiendo de cómo lo viva y lo sienta la madre igual le ocurrirá al hijo.
Es decir, el hijo proyecta la vivencia de su padre, pero a través de la madre. Si esta reacciona y acepta el conflicto con normalidad, el hijo no enfermará.
A partir de los 7 años, ya le afectan directamente los conflictos del padre. Cuando un niño/a está sano y empieza a enfermar después de los 7, debemos buscar los conflictos ocultos de papá.
Hasta los 14-15 años, aproximadamente, ya puede resentir tanto de la madre como del padre.
A partir de esta edad, se puede decir que aflora la personalidad y el chico/a ya es autónomo, tiene sus historias propias y ya se puede tratar con él el conflicto.
Por consiguiente, cuando un niño enferma, los padres deben de asumir su responsabilidad y hablar con el hijo al respecto, como si se tratara de un adulto.
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Imagen:acp.org.pe