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La función de una gastritis es la de fabricar más jugos gástricos y sensibilizar la zona para digerir mejor algo que me es difícil de digerir.
La gastritis me expresa que me encuentro muy disgustado porque me veo obligado a convivir con personas o situaciones en contra de mi voluntad.
Por lo que estoy viviendo circunstancias que no soporto, que me han sido impuestas y, por lo tanto, me niego a “digerirlas”, asimilarlas y aceptarlas porque no son de mi agrado.
La mayoría de las veces se trata de situaciones indigeribles, de las que no puedo escapar ni alejarme porque provienen de personas muy cercanas, normalmente, de miembros de mi familia con los que me veo obligado a convivir diariamente.
La gastritis supone un rechazo, tanto de la situación en la que me encuentro atrapado como, también, de lo que tratan de imponerme.
Si va acompañada de mareos, me indica que siento miedo porque no tengo el control sobre lo que me está ocurriendo y, además, no encuentro la manera de liberarme.
Si se manifiesta con náuseas, me quiere decir que no solo rechazo la situación y la persona que la desencadena sino que, además, me hacen sentir asco.
Cuando, al mismo tiempo que la gastritis, experimentamos acidez estomacal me está expresando que echo en falta el reconocimiento de mi familia.
En general, se podría decir que la gastritis surge cuando la persona siente una amenaza, piensa que es incapaz de controlar la situación e, inmediatamente, reacciona rechazándola.
Dicha amenaza puede ser real o simbólica; puede tratarse sólo de actitudes de rechazo o asco hacia ideas o propuestas hacia el futuro; no obstante, como el inconsciente no distingue entre una y otra, la reacción será exactamente la misma.
He comido un “bocado” indigesto, con gran irritación. Puedo tener el sentimiento de haber sido engañado y de estar atrapado en una situación.
He tragado una injusticia que no puedo digerir, permitir, tolerar, aceptar, etc.
Siento ira respecto a una persona o una situación porque ciertas cosas no ocurren como yo quiero o que alguien no actúa como yo deseo.
Tengo miedo y vivo “amargado” porque no quiero digerir lo que me está ocurriendo y no le veo su fin. Mi propio enfado me quema.
Todo el tiempo estoy enfadado, despierto enfadado, trabajo enfadado, estoy enfadado con todos y hasta con la vida misma.
Quizás, porque nadie hace las cosas tan bien como yo las hago; o bien, porque si yo no hago las cosas nadie las hace.
Tal vez, porque toda la carga y la responsabilidad de algo están en mí. Estoy convencido que sin mí las cosas no funcionan y por eso no confío en nadie.
Las contrariedades, disputas, desencuentros con miembros de mi familia, colegas de trabajo, amigos, etc., pueden indicar lo siguiente:
“Tengo lo que no quiero y no tengo lo que quiero” “No puedo aceptarlo, es injusto…” “No lo puedo soportar, no lo puedo tragar” “Me obligan a comer lo que no me gusta, me imponen cosas, personas que no soporto” “Debo digerir la amargura del mundo”
La persona propensa a padecer gastritis, en el fondo, tiene miedo y le cuesta mucho aceptar e integrar las experiencias nuevas que la vida le propone.
Probablemente, porque está muy apegada a sus hábitos y rutinas y, como consecuencia, se muestra reacia a estimar y considerar nuevas alternativas.
Detrás de este síntoma estomacal se encuentra una persona que, en el fondo, lo que desea es un mayor apoyo y comprensión por parte de su familia; en lo más íntimo yace el anhelo de un mayor reconocimiento por parte del clan familiar.
Debemos prestar atención al Proyecto Sentido y al estudio del árbol genealógico, para averiguar si la persona ha heredado algún tipo de memoria que le predispone a actuar de semejante manera ante su entorno.
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Imagen: msn.com