OBSTÁCULOS QUE DIFICULTAN O IMPIDEN LA SANACIÓN

 
 
Obstáculos que dificultan o impiden la sanación.
Para comenzar el proceso de sanación debemos indagar en nuestro interior para averiguar si existe alguna resistencia inconsciente, algún obstáculo que nos impida acceder a ella.
¿Estamos abiertos a la sanación? ¿Queremos realmente sanarnos?
No es una tarea exenta de dificultades, por el contrario, se necesita un gran coraje, fortaleza y honestidad.

Detrás de una enfermedad puede haber razones ocultas, motivaciones, efectos secundarios “positivos” que nos proporcionan una recompensa y nos alejan de la sanación.

Hay personas que prefieren hacer uso de los medicamentos o, incluso, de la cirugía antes que afrontar e integrar su odio o realizar un cambio en su vida.
A veces se puede utilizar la enfermedad como medio para obtener mayor atención o afecto.
También se puede convertir en una excelente escusa para poder evadirnos de las responsabilidades o exigencias del momento.
Y disponer de la libertad que nos proporciona para dedicarnos a realizar cosas que en momentos de salud serían impensables.
Por ejemplo: marcharnos unos días de vacaciones, visitar a los amigos, etc.
Asimismo el malestar se puede convertir en nuestro compañero y no estamos dispuestos a afrontar el vacío que podemos experimentar en caso de que nos abandone.

Del mismo modo podemos utilizar la enfermedad como recurso para culpar a alguien de algo que nos ha hecho; incluso también puede ser una forma de autocastigo.

Por otra parte la duda representa un gran inconveniente para acceder al estado de bienestar.
En primer lugar, el paciente puede tener duda del sistema y no creer en los principios de la terapia psicosomática porque difiere de las normas establecidas por la medicina ortodoxa.
Ante ésta situación la persona necesita reflexionar acerca de su antiguo sistema de creencias y abrirse a otras posibilidades.
En segundo lugar, el paciente puede dudar de sí mismo.
Percepciones como: (“lo que me ocurre es demasiado grave”, “no tengo suficiente fuerza o valor”, “estoy solo para afrontar esto”, etc.) pueden imposibilitar su sanación.
Debemos tener la certeza absoluta de que nos vamos a sanar.
Para determinar si nos resistimos a la sanación podemos observar cuál es nuestra primera reacción cuando enfermamos.
¿Negamos los síntomas? “No estoy realmente enfermo”.
¿Nos ponemos a la defensiva? “No fue culpa mía. Debió ser que algo me sentó mal”.
¿Le quitamos importancia? “No es realmente grave”.
¿Nos distraemos? “Hay cosas más importantes que tengo que hacer antes de intentar curarme de ésta enfermedad”.

Si seguimos algunas de estas pautas, podemos estar seguros de que no trascenderemos la enfermedad. Obstáculos que dificultan o impiden la sanación

Para hallar la propia razón oculta podemos preguntarnos:
¿Queremos estar bien?
¿Somos realmente capaces de vernos desprovistos de nuestro malestar?
¿Podemos imaginarnos en una situación de bienestar?
¿Qué sentimos en esa situación?
¿Estamos dispuestos a renunciar a la recompensa de estar enfermos?
¿Podría lograr lo mismo sin necesidad de esta enfermedad?
Esta indagación debemos hacerla de un modo tranquilo y relajado, llegando a lo más profundo de nuestro interior y siendo muy honesto y sincero con aquello que  encontremos.
Para superar los obstáculos que hemos creado, en primer lugar debemos admitir su existencia.
 

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