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Se puede considerar la adicción como la entrega incondicional de una persona a algo determinado, sustancia, actividad, relación, sentimientos o hechos que se apoderan de su voluntad y lo hacen dependiente de ello.
El propósito inconsciente de una persona adicta es el de conseguir una sensación mejor que la que está viviendo, es el intento de obtener felicidad, paz, alegría, etc. a través de algo externo, de un objeto.
Todos los seres humanos somos adictos a alguna cosa, dinero, trabajo, éxito, pareja, hijos, sexo, drogas, medicamentos, comida, tradiciones, etc.
La adicción es propia del ser humano que se siente separado de sí mismo e intenta llenar ese vacío con algo.
Pero ese vacío no se puede llenar porque la mente nunca va a estar satisfecha y siempre querrá más y más, de lo que sea. Un coche mejor, una esposa o un esposo más amoroso, una casa más grande, etc.
Pretendemos solucionar la adicción a través de la consecución de mayores logros externos que, además, están regidos por la temporalidad.
Si queremos salir de la adicción debemos despertar del sueño y tomar consciencia de que la compulsión no se puede llenar con nada.
El consumo de cualquier adicción nos alejará más y más de nuestro propósito y nos conducirá a la frustración más profunda y al sufrimiento.
En ocasiones se dice que la solución está en “aceptar” pero, ¿cómo voy aceptar algo que no acepto?
La persona adicta no quisiera serlo y lo único que se establece es una lucha por ser de otra manera que no tiene fin y que acarrea culpabilidad y sufrimiento.
La verdadera sanación para cualquier adicción consiste en crear un espacio entre ella y nosotros, entre el objeto y el Ser.
Si establecemos una distancia de aquello a lo que somos adictos, si lo podemos ver, entonces la adicción irá perdiendo fuerza.
Para que desaparezca una adicción, al igual que ocurre con un árbol, debemos cortar la raíz y la raíz de la adicción siempre está en la identificación con la mente.
Si podemos ver esa identificación desde la presencia, si somos conscientes de ella la raíz será arrancada y, por consiguiente, habremos dejado de alimentarla.
Joman Romero
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