El cuerpo es una proyección de la mente

El cuerpo es una proyección de la mente: vivimos en una época en la  que la medicina científica parece haber controlado casi todas las enfermedades o al menos continuamente nos asombran ofreciéndonos nuevas soluciones que rayan en lo milagroso.

¡Aunque los hospitales siguen estando igual de llenos que antes!

A pesar de los grandes adelantos de la ciencia y de la lucha encarnizada contra la enfermedad, ésta sigue saliendo airosa.

¿Cuál puede ser el motivo?

El motivo es que la medicina sigue sin advertir lo que es el trasfondo de la enfermedad.

Se actúa como si la enfermedad fuera algo extraño al enfermo, algo horrible e injusto que se apodera de él y que carece de sentido.

O se considera como una avería del cuerpo la cual hay que reparar rápidamente para que el enfermo pueda continuar haciendo su vida habitual.

Se trata al individuo como a una máquina que se avería o que se ha estropeado una pieza (órgano) y que hay que sustituirla por otra sin más.

Esta es la causa del fracaso de la medicina y pese a haber grandes descubrimientos terapéuticos y unas inversiones descomunales en el campo de la investigación, continúan existiendo el mismo porcentaje de enfermos que en la antigüedad.

Su fracaso radica en que su atención está centrada sólo en el cuerpo, en lo funcional, en lo físico; y no quiere reconocer, por la razón que sea, que dentro del cuerpo hay un ser que piensa y siente y que cualquier manifestación del mundo físico ha sido creada en el mundo de los pensamientos, de las ideas, en el mundo invisible.

Por lo tanto debemos asumir que el cuerpo no está enfermo, el que está enfermo es el ser humano.

El ser humano sólo tiene una única enfermedad, la pérdida de la armonía en su conciencia.

Su conciencia está dividida y por lo tanto incompleta, enferma.

El cuerpo es una proyección de la mente: para estar sano, es decir, para estar completo, necesita admitir aquellos aspectos de la realidad exterior que evita o rechaza, porque no los reconoce, o no los quiere tener, ni los quiere vivir.

Aquello que consideramos malo, aquello que no nos atrevemos a aceptar, todo lo que nos gustaría que fuese desterrado del mundo, todo esto denominado por C.G.Jung, la sombra, es lo que la conciencia del ser humano necesita incorporar para lograr el equilibrio, la unidad.

Pero si una persona se niega a asumir conscientemente una parte de sí mismo, es decir, su sombra, el principio rechazado se introduce en su cuerpo y se manifiesta en forma de síntoma, para que no tengamos más remedio que experimentar aquello que hemos rechazado.

El cuerpo se convierte en el espejo del alma.

El nos muestra aquello que el alma no puede reconocer; nos hace visible esa parte de nuestra alma que nunca descubriríamos en nosotros.

Por lo tanto, el síntoma manifiesta físicamente lo que al hombre le falta en el alma para  estar completo, para estar sano.

El propósito de la medicina científica de luchar contra la enfermedad y querer erradicarla; aparte de tratarse de algo imposible de alcanzar porque como hemos comprobado el ser humano al participar de la polaridad también participa de la enfermedad y por lo tanto, es un enfermo; lo que impide es la propia evolución del ser humano que necesita de la enfermedad para estar sano.

El cuerpo es una proyección de la mente: por lo tanto, creer que sanarnos consiste en tomar unas pastillas, extirparnos un órgano o practicar una dieta, es una auténtica irresponsabilidad.

No se trata de luchar contra la enfermedad, sino de superarla, de trascenderla.

Trascender una enfermedad implica apropiarse de las pautas de pensamiento y sentimiento que se encuentran por debajo de ella.

Implica elevarse por encima del conflicto y del nivel de desequilibrio que produce hasta un nivel superior de paz y equilibrio.    

La sanación sólo se produce desde una enfermedad transcendida, ya que con la sanación, el enfermo integra lo que antes rechazaba y por consiguiente su nivel de conciencia aumenta.

La verdadera medicina, aquella que abogue por la salud; debe de contemplar al hombre como un todo homogéneo: cuerpo, mente y espíritu.

De esta forma y al contrario de lo que se cree, nos damos cuenta de que la enfermedad no es algo malo, sino todo lo contrario, es una reacción inteligente de nuestro cuerpo y nuestra mente que nos orienta hacia un estado de equilibrio, de salud y de unidad, del cual nos habíamos apartado.

En definitiva, la enfermedad está tan ligada a la salud, como el nacimiento a la muerte.

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Imagen:deporteynutrición.net

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