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¿Cómo se comunica una persona DESCONFIADA?
El individuo desconfiado para disimular que está asustado ante cualquier situación de relación y para poder mantenerse en el mismo nivel que su interlocutor y encontrarse a sí mismo, recurre al diálogo.
Habla alto, deprisa y en tono concluyente.
La manera de comunicarse de una persona desconfiada es a través de dictados, dando órdenes o mandatos que se basan en razonamientos propios.
Su lenguaje es directo con la persona a la que busca manipular, para ello emplea con mucha frecuencia la palabra «deberías».
¿Cómo se comunica una persona DESCONFIADA? El desconfiado puede hablar incansablemente, pero es difícil que hable de lo que siente.
Habla por hablar, para mantenerse vivo en la relación, sin profundidad, no hay comunión alguna.
Una expresión muy habitual que emplea en sus interlocuciones es «lo sabía», sin que nadie le pregunte, se anticipa a reconocerlo.
Del mismo modo, no soporta que alguien reconozca que «no sabe algo».
Ante tal situación, el desconfiado saltará para expresar que él sí lo sabe porque alguna vez lo escucho o lo leyó en alguna parte, etc.
Aunque, en ocasiones, pueda no ser cierto y mienta.
Sin embargo, le resulta casi imposible decir: «No lo sé».
El individuo desconfiado prefiere dar cualquier tipo de respuesta antes que reconocer que no sabe sobre algo.
Por eso le atrae mucho el conocimiento y estar muy informado.
Quiere demostrar que lo sabe todo, es una prueba de su arrogancia mental.
No le gusta que hablen por él, si está presente. Sin embargo, él sí interviene y habla por los demás.
Le gusta añadir su punto de vista a lo que los demás dicen o hacen.
Sabe de todo, da su opinión sin que le sea solicitada.
Tiene verdadera obsesión por decir la última palabra y siempre encuentra qué añadir en cualquier conversación.
La persona desconfiada cuando da una opinión, no lo hace para exponer su punto de vista, la da con la intención de convencer a su interlocutor.
Quiere tener razón a toda costa y para conseguirlo recurre a todas las estrategias posibles, a todos los medios para hacerse comprender, hasta que su oyente diga la frase mágica: «¡Ah, ya comprendo!».
Y, de esta manera, ya ha conseguido que le den la razón.
Pone mucho énfasis en lo que cree y espera siempre que los demás estén de acuerdo con él.
Utiliza habitualmente la expresión «¿me entiendes?» para tener la certeza de que se ha expresado bien.
El desconfiado tiene dificultades con las personas que se toman su tiempo para expresar sus ideas, para explicar algo.
Cae frecuentemente en el error de interrumpirle e, incluso, suele completar sus frases o responder antes de que la otra persona haya terminado de hablar.
Esto suele hacerlo con frecuencia cuando interactúa con un individuo de estructura masoquista, que frecuentemente necesita hacer pausas cortas para enlazar sus frases, debido a su dificultad para conectar con su fuente creativa.
Sin embargo, si le ocurre lo mismo a él, no lo aceptará de ningún modo, siempre recurrirá de forma enfática a la famosa frase: «Oye, permíteme terminar, aún no he acabado de hablar».
Se siente obligado a cumplir con su palabra, no hacerlo equivale a traición.
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