Emociones que afectan el BAZO

 

El bazo está situado en la base del pulmón izquierdo. Es un centro de distribución de energía y juega un papel muy importante dentro del sistema inmunitario; transforma la sangre, destruye los glóbulos rojos usados y fabrica nuevos.

A nivel espiritual ejerce la función de central de comunicación y toda la energía que se genera por medio de ejercicios destinados a ampliar la conciencia, como la meditación, pasa a través de él.

Por lo tanto, en el plano físico el bazo se encarga de aumentar nuestras defensas y a nivel espiritual nos procura protección, confianza  y seguridad.

Si tengo afectado el bazo me advierte que he vivido una experiencia en la que me he sentido apuñalado o asaltado por la espalda, real o simbólicamente.

Si soy una persona confiada, segura, leal, amigable y de repente me siento traicionado por alguien que jamás yo hubiera imaginado que lo haría, (hermano/a, padre, madre, amigo, etc.) lo puedo sentir como un apuñalamiento por la espalda.

Del mismo modo, el malestar en el bazo me muestra el miedo que puedo tener respecto a mi sangre, por ejemplo: miedo real a perder la sangre (hemorragias, menstruación), o simbólico (perder a mi familia).

O puedo pensar que mi sangre no es buena o que es escasa y, por eso, podría tener dificultades a la hora de sufrir un accidente, etc.

Quizás, también tengo miedo a morir en un “baño de sangre”.

Asimismo, me puede indicar una auto desvalorización por mi ineptitud en el combate a causa de un sangrado por herida, llaga, transfusión (el cerebro no distingue la pérdida de sangre si es por herida o por transfusión), o también por un conflicto de diagnóstico relacionado por una leucemia.

“Siento que no pertenezco a esta familia”,

“Siento que mi sangre (real o simbólica) no es demasiado buena”,

“Mi familia se deshace”,

“Soy un cagado incapaz de pelearme”,

“No tengo suficiente sangre”,

“Me falta sangre en las venas”,

“Tengo miedo a la falta de sangre”.

Psicológicamente, el bazo se puede debilitar cuando vivo la vida de un modo demasiado razonable, con excesivo respeto a las reglas y una predisposición a tener ideas fijas, oscuras y negativas que merman mi energía a la hora de enfrentar la vida.

Como consecuencia, no encuentro lugar para el placer y la diversión y carezco de esa alegría que tanto necesito.

Siempre vivo muy preocupado por mi familia, o por mis asuntos profesionales y materiales y me obsesiona enormemente el miedo a fallar, a no saber, el miedo a no estar a la altura de las circunstancias por considerarme incapaz, incorrecto o no bueno, etc.

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Imagen: magazine.deporvillage.com

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